lunes, 20 de mayo de 2013

Crónica: De Horche a Armuña de Tajuña y vuelta



Ruta: Desde Horche a Armuña de Tajuña y vuelta por el Camino de los monjes.

Distancia: 13 Km.

Dificultad: Baja

Fecha: 28 de Abril de 2013







Esta mañana de domingo amaneció  con una temperatura muy baja y además con viento; por eso, cuando llegamos a Horche no parecía que la primavera hubiese llegado y hemos vuelto a coger los guantes.

Este pueblo conserva un trazado urbano de los siglos XVI y XVII. En su plaza y otras calles aparecen columnas de madera rematadas por capiteles en forma de zapata, formando pequeños soportales.

Fue  Sidi Abdremen, siendo gobernador de Guadalajara quien en el siglo VII, fundó en este lugar una alquería donde iba a descansar  y disfrutar de su abundante agua fresca y la llamó Orche, en recuerdo de su pueblo en Mesopotamia.

En el siglo XI, Alvar Fáñez, que para los caminantes ya es como de nuestra familia, rescató estas tierras de manos musulmanas.


El título de villa se lo concedió a Horche el rey Carlos I emancipándola de  Guadalajara para siempre. Casi dos mil maravedíes tuvieron que pagar al monarca los entonces trescientos vecinos, pero ya pudieron levantar su royo o picota en señal de independencia. 






Desde la Plaza Mayor de la villa, en la que se encuentra el Ayuntamiento y una fuente de agua potable, hemos salido los caminantes por la Calle de la Fuente Vieja, donde hemos podido admirar y fotografiar un hermoso lavadero del siglo XVI con forma circular y cubierto de tejas, al que la gente del pueblo acudía a lavar y a  por agua para beber, hasta que Horche dispuso de agua corriente. Dicen en el pueblo que hasta cien mujeres lavaban a la vez en este gran lavadero.







Un poco más adelante encontramos en otro bonito rincón la Fuente Nueva  junto a un pilón abrevadero para el ganado.



Continuamos por el Camino del Molino que nos saca de la población y nos conduce hacia una torrentera pedregosa y bastante pronunciada por la que hemos bajado hacia el Valle del río Ungría que ya divisamos a lo lejos y del que nos separan unos doscientos metros de pendiente. La campana del reloj de Horche nos despide dando las nueve y media de esta mañana fría de Abril.




Desembocamos en la carretera que va desde Guadalajara a Cuenca .Giramos a la derecha y continuamos por ella unos pocos metros para abandonarla enseguida y comenzar a ascender por una senda paralela al arroyo que llaman de los frailes.

Ahora, sin ninguna dificultad, entre olivos y tierras de labor, unas cultivadas y otras en barbecho, vamos distraídos cogiendo espárragos trigueros cuando vemos aparecer a lo lejos, Armuña de Tajuña. Parece un pueblo grande y está situado mirando a su espléndida vega. Cuando estamos delante del río Tajuña y sin acercarnos a la población, giramos a la izquierda para hacer una ruta circular regresando a Horche por un camino distinto. Pasamos por delante de un numeroso grupo de antenas parabólicas de telefonía  de distintos tamaños. Se trata de La Estación Terrestre de Seguimiento de Satélites




Continuamos adelante y de nuevo nos encontramos con la carretera que nos impide cruzar al lado contrario por donde desciende el río Ungría camino de desembocar en el Tajuña  muy cerca de donde estamos Y a donde querríamos llegar, pero nos  vemos obligados a continuar por la carretera durante un kilómetro hasta llegar al Restaurante La Vega. Su chimenea despide un olor a puchero de alubias que a estas horas nos hace la boca agua.

Allí mismo giramos a la izquierda y nos adentramos en el monte para alcanzar el camino de carros por el que los monjes Jerónimos bajaban desde Horche hasta la Vega del Tajuña con sus carretas y caballerías en dirección a Guadalupe, de donde aún les separaban varias jornadas.



Solo nos queda volver a subir a la villa que ya vamos divisando con su caserío apiñado alrededor de la Iglesia al borde de un alto páramo, rasgo muy común en la situación de muchos pueblos alcarreños.



Ha comenzado a nevar y cubiertos de copitos blancos llegamos a la Plaza Mayor que ha cambiado de aspecto de como la encontramos por la mañana. Ahora está llena de gente que refugiadas bajo  los soportales están celebrando la fiesta del vino. Hay vino y migas para los vecinos y los visitantes y allí terminamos nuestra marcha.



Nos hemos encontrado con Antonio Dávila, el presidente de los Amigos Del Camino Real de Guadalupe y nuestro compañero caminante, Luís, le condecoró con nuestra placa.






HASTA LA PRÓXIMA









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