Ruta: Loranca de Tajuña – Ermita de San Benito de Pezuela de las Torres
Distancia: 10
Km.
Dificultad: Ninguna
Fecha: 22 de Septiembre de 2013
Es 22 de Septiembre y hoy los caminantes teníamos nuestro primer
encuentro tras la parada veraniega.
Solo ocho participantes hemos acudido a la cita de nuestro guía
Julián.
Por diversos motivos muchos han faltado: Ricardo y Conchi han
sido abuelos esta noche pasada, Vicente anda por el Camino de Santiago, tampoco
acudió nuestro amigo incondicional Jaime pues mañana tiene una cita importante
en la Clínica Quirón
de Madrid y al que deseamos muchísima buena suerte y verle pronto caminando de
nuevo con todos nosotros.
Se ha incorporado al grupo, Jesús, que ha venido acompañado de
su perra Blacky.
Nuestra ruta de hoy era continuar por el “Camino de los Monjes”, desde Loranca
de Tajuña hasta la ermita de San Benito de Pezuela de las Torres.
Esta mañana le hemos dado los buenos días al último día del
verano y en solo dos coches nos hemos dirigido a Loranca de Tajuña donde
comenzaba nuestra ruta.
Desde Pioz hasta Loranca la carretera desciende por una acusada
pendiente mientras nos acerca a la vega. Nos sorprendimos al ver aparecer la
población esparcida a media ladera de un cerro y mirando hacia el medio día al
resguardo de los fríos y en la margen derecha del río. Mientras descendemos,
vamos divisando el pueblo con su pintoresco emplazamiento y entre sus tejados
sobresalir su Iglesia y la torre del reloj. También vamos viendo los campos
secos y pardos, las huertas agostadas y el río corriendo entre choperas y
molinos hacia su desembocadura en el Tajo. Escoltando al río Tajuña, aparecen a
ambos lados, unos montes de encinas y carrascas que le dan el tono verde a un
paisaje seco y yermo en esta época.
Nuestro camino que discurre paralelo al río es amplio, llano y
bordeado de sembrados de cereal y girasol. Nos acompaña un cielo de color azul
intenso y limpio.
Loranca es un pueblo de la provincia de Guadalajara que no
alcanza los 1500 habitantes. Cuando aparcamos nuestros coches en su Plaza
Mayor, la torre del reloj situada junto al Ayuntamiento daba las campanadas de
las nueve de la mañana y solo este sonido junto al del agua de la fuente de
cuatro caños que adorna esta plaza, interrumpía el ambiente silencioso y la calma
que embargaba al pueblo.
Descendemos andando hasta situarnos en el Camino llamado de
Pezuela, por el que empezamos a caminar dejando atrás, en lo alto, el pueblo y
las ruinas del Monasterio de Jesuitas de
Jesús del Monte. Es un día caluroso y por primera vez, hemos empezado a ver a
los cazadores que cada domingo vamos a seguir viendo y oyendo.
Pasamos por varios molinos,
unos recuperados y otros hundidos. Cuando llegamos a la Ermita de San Benito que
permanece cerrada, hemos recorrido 5 kilómetros; pero aún continuamos andando un
poco más y cruzando a la otra orilla del
Tajuña, llegamos a La Venta
del Cojo. En frente, en el Restaurante Antonio, paramos a tomar nuestro café
mañanero que hoy no pudimos tomar en el pueblo
porque su bar estaba cerrado.
Emprendemos el camino de regreso y viendo descender un rebaño de
ovejas y cabras guiadas por el pastor con su burro y sus dos perros carea que
inteligentemente mantienen al rebaño agrupado, nos surge espontáneo cantarle “a
la majadita que baja del cerro”.
Hemos decidido tomar la fruta parando en uno de los molinos a la
orilla del río. Tenemos la suerte de encontrar en el molino de grano de San
Julián a Paco, un vecino de Loranca que trabaja en la finca y con gran
amabilidad nos enseña el viejo molino y la presa.
Abandonamos el idílico lugar con intención de llegar a Loranca a
tiempo de visitar su Iglesia Parroquial dedicada a San Pedro Apóstol. El templo
está rodeado de una barbacana de piedras que le dota de un atrio circular. La
iglesia tiene dos puertas laterales, una orientada al norte muy sencilla y la
otra, en la nave de la
Epístola, renacentista enmarcada por dos columnas con capitel
y rematada por un frontón sobre el que hay un reloj de sol. En la puerta de
madera de esta portada, pudimos ver el destrozo ocasionado por unos “cacos” que
el pasado mes entraron en este templo robando todo lo de valor que se guardaba
en la Sacristía.
La torre de la iglesia es cuadrada y como el templo, de mampostería
y sillar calizo.
En el interior hay tres naves y sobre el crucero una bóveda
circular. Sobresale a los pies y bajo su amplio coro una hermosa pila bautismal
románica con decoración de arcos mozárabe.
En el siglo XIV Loranca estaba en poder de la Orden de Calatrava; después
pasó a ser villa de realengo hasta que fue entregada por el rey Enrique II de
Trastamara, como dote, a su hija ilegítima Maria al contraer matrimonio con Don Diego Hurtado
de Mendoza.
En el siglo XV estaba en posesión del primer Conde de Tendilla,
Don Iñigo López de Mendoza y siguió perteneciendo a esta familia y a su
sucesores los Marqueses de Mondejar hasta la abolición de los señoríos en el
siglo XVIII.
En Loranca residió la Compañía de Jesús durante siglo y medio. Su monasterio
de Jesús del Monje hoy desaparecido fue la residencia de verano de los Jesuitas
de Alcalá. Este monasterio fue abandonado en el siglo XVIII tras la expulsión
de la Orden por
el Rey Carlos III.
En el escudo de la villa luce el emblema de la Compañía sobre un sol
dorado.
¡HASTA LA PRÓXIMA!