Grupo
de Caminantes
Ruta: Ruta del río Ungría. Atanzón-Atanzón
Distancia: 12 Km.
Dificultad: Baj
Fecha: 24 de Noviembre de 2013
Hoy
24 de Noviembre, día del santo carmelita San Juan de la Cruz, los caminantes
hemos visto por primera vez en los termómetros cero grados.
En
Torija nos hemos tomado el café con los churritos engarzados en el junco y a
las 9,30 h, hemos llegado a Atanzón, desde donde partía nuestra ruta de hoy.
A
la entrada del pueblo por el camino de Torija, se halla en un estado bastante
deteriorado el rollo levantado hace siete siglos en este pueblo y que en una
concentración parcelaria quedó dentro de una finca particular.
Dicen
que es el más antiguo de la provincia de Guadalajara pues se levantó en 1335
como símbolo de haber recibido Atanzón el título de villa del rey Alfonso XI de
Castilla. Ese mismo año, el monarca concedió esta villa en señorío a su
camarero mayor D. Fernán Rodríguez Pecha y a su mujer Doña Elvira Martínez,
camarera mayor de la segunda esposa del rey Doña María de Portugal.
Don
Fernán y Doña Elvira fueron los padres de Don Pedro Fernández Pecha, el
fundador de la Orden de Jerónimos del Monasterio de San Bartolomé de Lupiana en
1359.
Estábamos
dejando los coches cuando un vecino del pueblo nos informa del carácter
agrícola que tiene Atanzón por estar situado en la Alcarria y disponer de
buenas tierras de labor. También nos enteramos que se ha creado una plataforma
ciudadana llamada “Salvemos el rollo”, que pretende recuperarlo y traerlo al
centro del pueblo.
Desde
la Plaza Mayor, hemos de descender un kilómetro y medio para situarnos a la
orilla del río Ungría y continuar su curso hacia Lupiana. Seguimos dirigidos
por las balizas que recorren todo el valle y que poco a poco nos van acercando
a la desembocadura del río.
El
cielo está hoy intensamente azul y limpio de nubes. Caminábamos bajo su intensa
luz en una mañana bastante fresca.
Por
estos parajes solitarios nos olvidamos por unas horas de nuestro mundo de
problemas mientras la Naturaleza nos va susurrando al oído qué es lo
verdaderamente perdurable.
Escoltado
por unos cerros montaraces va corriendo
el pequeño río que en este tramo es como una estrecha línea marcada por
unos juncos y plumeros en medio de campos y huertos grises y vacíos. De vez en cuando unos chopos
nos recuerdan por donde transcurre su curso.
El
monte aún muestra el tono verde que le dan los abundantes “robles rebollo”,
cuyas hojas tardan en secar y aún secas, permanecen en el árbol gran parte del
invierno.
El
camino está helado y los charcos tienen una gruesa capa de carámbano.
Cuando
llevamos 6 Km. de recorrido, paramos bajo unas roquedas a tomar la fruta. Es el
momento de expansión del grupo que reunido habla de las próximas salidas
mientras corre la bota de vino. Hoy hemos echado en falta a Antonio que va
camino de Barcelona en espera de buenas noticias de su revisión de la vista.
Cuando
emprendemos el regreso, una ligera brisa del norte nos azota la cara mientras
los caminantes la afrontamos con buen ánimo.
¡HASTA LA PRÓXIMA!
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